Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (184), pues en Él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor (185); nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad (186), y llevarlo a cabo en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra en Él (187).
(184) Ef 1, 3
(185) Ef 1, 4
(186) Ef 1, 5
(187) Ef 1,10
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